Condición para el Cumplimiento de la Profecia

Por Rabino Mijael Avila «Shlita»

En estos últimos años se ha venido acelerando la restauración de su Kehilá (Iglesia), y uno de los aspectos de ésta restauración, ha quedado de manifiesto a través del deseo del Señor, expresado por el rabí Shaúl (mal llamado Pablo), en su primer carta a los Corintios 14:1 “Seguid el amor; Y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” (cursivas añadidas) por lo que cada vez más, se oye de la edificación a la iglesia utilizando hombres, y mujeres profetas, dispuestos a pagar el precio.

Pero en medio de la profecía, muchas veces te preguntas ¿Será verdad, todo esto? ¿Se cumplirá? ¿Depende de algo el cumplimiento? Estas y otras interrogantes son multicitadas entre los hermanos, pero, uno de los principales tropiezos que he visto, es cuando ven que a algún hermano, el Señor le da una profecía y después actúa contrariamente a lo dicho, en esos momentos, es ocasión para que el enemigo te ayude a descartar inmediatamente a la profecía, al profeta y no obstante, de eso, empiezas a dudar de todas las cosas concernientes al Ruaj (Espíritu), ¿Existe alguna respuesta o ejemplo Bíblico de esto? ¡Por supuesto! La Palabra de Elohim nos cuenta una historia real, acerca de un joven llamado Jeroboam, éste, tiene su aparición en los últimos años de vida del rey Salomón.

Dice la Biblia en 1 Reyes 11:4 “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras Elohimes ajenos, y su corazón no era perfecto con El Eterno su Elohim, como el corazón de su padre David”, al suceder esto, El Eterno decide, tomar cartas en el asunto, y leemos en el verso 11 “Y dijo El Eterno a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo”. Para ese momento Salomón contaba con varios lideres que él había designado, los cuales lo auxiliaban en el gobierno del pueblo de Elohim, uno de ellos era precisamente Jeroboam, él tenía grandes dotes, en el versículo 28 del capítulo 11 de primera de Reyes, dice que él era un varón valiente, esforzado y activo, por lo que le encomendó el cargo de la casa de José. Un día, al salir de Jerusalén se encontró en el camino a un profeta, llamado Ahías silonita, y estando los dos solos le comenzó a profetizar, tomando su capa, la rompe en doce pedazos; De estos pedazos, simbólicamente, le dice a Jeroboam que tomara diez, dando a entender con esto, que El Eterno rompería el reino de la mano de Salomón, pero ahí no termina todo, le continua diciendo El Eterno por boca de Ahías.

1 Reyes 11:37 Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel.

38. Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel.

¡Imagínate, que tremenda profecía! Nada más y nada menos, que la promesa de darle casa firme como la de David, ¿Sabes lo que significa eso? Era tal el amor de Elohim hacia David que a pesar de que su descendencia lo desobedece, nunca le arrebatan por completo el reinado, ¡Yehoshúa es descendiente de David! Era un privilegio enorme el recibir tal profecía.

Hasta este momento, si nosotros estuviéramos viviendo el momento ¿Qué pensaríamos? ¡En primer lugar que forma de usar de parte del Señor a su profeta! (Recuerda que la primera parte de la profecía se cumple). En segundo lugar estariamos pensando, ¡Quien fuera Jeroboam! Al tener ese privilegio, y por último, estarías esperando el cumplimiento de la segunda parte de la profecía, pero, ¿QUÉ SUCEDIÓ? En el capítulo 12 del verso 25 al 33 nos dice la Biblia que Jeroboam en vez de guardar los estatutos y mandamientos de Elohim, llevo el pueblo a la idolatría. Ahora, nuevamente viene el enemigo y te empieza a hacer que dudes y te mete ideas como: Ya ves, ¡La profecía no existe! ¡Ahías no era un verdadero profeta! Ya que fallo y no se cumplió lo que dijo, ¡Tu conocías a Jeroboam y sabías, que no podía ser verdad! ¡Esas cosas del Espíritu no existen! Estas, y otras cosas más te dice al oido, en ese momento tu fe, empieza a flaquear… pero, continuemos leyendo la historia.

El Eterno nuevamente, por boca de Ahías habló: 1 Reyes 14:7-10 Ve y di a Jeroboam: Así dijo El Eterno Elohim de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel, y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué a ti; y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo recto delante de mis ojos, sino que hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de ti, pues fuiste y te hiciste Elohimes ajenos e imágenes de fundición para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas; por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y destruiré de Jeroboam todo varón, así el siervo como el libre en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam como se barre el estiércol, hasta que sea acabada.

Esta es una historia, que en verdad sucede en medio de la Kehilá de Yehoshúa, ¡NO PERMITAS que el enemigo te haga trastabillar! Tenemos que conocer que la profecía expresa el buen deseo de Elohim para sus hijos, con el objeto de edificar, exhortar y/o consolar, pero, para en algunos casos, para que la profecía tenga su cumplimiento, necesita como condición lo dicho por Ahías.

1 Reyes 11:38. Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme…

Esta es una historia para que tú y yo, tomemos ejemplo amado del Eterno. deberemos poner diligencia en todo momento para guardarnos de hacer la voluntad de nuestro Padre, y que cada profecía que el Señor te ha dado, tenga su cumplimiento en ti.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 1:2

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