חנוכה – Jánuca

Fecha de celebración

La festividad de las luminarias se festeja durante 8 días desde el 25 de Kislev hasta el 3 de Tevet.

Nombres de la fiesta

Se le conoce especialmente como «Jánuka» también como : fiestas de las luces, fiesta de las luminarias, fiesta de la dedicación.

Pasajes bíblicos

Ioxanan 10:22,23

Dentro de los libros Deuterócanonico se encuentra 1 Macabeos 4:53-54 y 2 Macabeos 10:5

Practica bíblica

El vocablo hebreo «Jánuca» significa «inauguración» ó “dedicación” y tiene la misma raíz hebrea que «Jinuj» (educación). Esta festividad no se basa en la Toráh, sino que forma parte de distintos hechos históricos que dieron a los sabios del Talmud las bases para ser instaurados como festividades

Vigencia de la fiesta

Esta fiesta por no aparecer en la Torah, no se marca el término o vigencia de esta.

Origen de la fiesta

La Historia de Jánuca

Bajo Dominio Sirio

Fue en la época del Segundo Gran Templo en Jerusalén, hace casi veintidós siglos, cuando tuvieron lugar los eventos que conmemoramos año tras año en Jánuca.

El pueblo judío había regresado a la Tierra de Israel del Exilio Babilónico, y reconstruido el Gran Templo. Pero siguieron sometidos a diversos poderes imperiales. Primero el persa, y más tarde los ejércitos conquistadores de Alejandro Magno.

Con la muerte de Alejandro, su vasto imperio fue repartido entre sus generales. Tras una lucha por el poder que abarcó a todas las naciones del Medio Oriente, Israel se encontró bajo el dominio de la dinastía seléucida, reyes griegos que reinaban desde Siria.

Alejandro se inclina ante el Sumo Sacerdote

El Talmud cuenta que cuando Alejandro Magno y sus legiones conquistadoras avanzaron sobre Jerusalén, fueron recibidos por una delegación de ancianos lideriados por Shimón «el Justo», el Sumo Sacerdote. Cuando Alejandro vio acercarse a Shimón, bajó de su caballo y se arrodilló ante el Sabio judío.

Alejandro explicó a sus sorprendidos hombres que cada vez que salía a la batalla, tenía una visión. Un hombre muy parecido al Sumo Sacerdote conducía sus tropas a la victoria.

Como muestra de gratitud, y con un profundo respeto por el poder espiritual de los judíos, Alejandro fue un gobernante bondadoso y generoso. Canceló los impuestos judíos durante los Años Sabáticos cuando el trabajo agrícola queda suspendido por orden bíblica, y hasta ofreció animales para ser ofrendados en su beneficio en el Gran Templo.

Desafortunadamente, la historia habría de mostrar que los herederos de Alejandro no sabrían sostener su benevolencia.

El «Loco»

Si bien al comienzo la dominación seléucida fue más bien benigna, pronto habría de surgir un nuevo rey, Antíoco IV, quien libraría una sangrienta lucha contra los judíos, una lucha que amenazaría no solamente sus vidas físicas, sino también su existencia espiritual misma.

En el curso de la dominación griega, muchos judíos habían comenzado a abrazar la cultura griega y su modo de vida hedonista y pagano. Estos judíos helenistas se convirtieron en garras dispuestas para el plan de Antíoco de borrar todo vestigio de la religión judía. El Gran Templo fue invadido, profanado, y sus tesoros saqueados. Un gran número de inocentes fue masacrado, y los supervivientes aplastados bajo el peso de intolerables impuestos.

Antíoco colocó un ídolo de Zeus sobre el sagrado altar, y obligó a los judíos a arrodillarse ante él so pena de muerte. Asimismo, prohibió a los judíos la observancia de sus tradiciones más sagradas, como el Shabat y la circuncisión.

Antíoco hasta llegó a proclamarse dios a sí mismo, tomando el nombre de «Antíoco Epifanes» – el divino. Pero incluso sus propios seguidores se burlaban de él, llamándolo «Antíoco Epimanes» – el loco.

Jasón y Meneláos

Su nombre judío era Ioshúa. Pero lo cambió, como lo hicieron muchos entre los helenistas, a Jasón. Y ofreció a Antíoco un generoso soborno para destituir al Sumo Sacerdote y ser nombrado él para el codiciado cargo. Era el comienzo del final de la integridad del sacerdocio del Templo.

El «Sumo Sacerdote» Jasón construyó un gimnasio junto al Templo, y se dispuso a corromper a sus correligionarios con costumbres paganas y conductas inmorales. Muy pronto otro judío helenizado, Meneláos, superó a Jasón en su propio juego y compró el Sumo Sacerdocio con un soborno mayor, financiado con los utensilios de oro robados al Templo.

Jasón reunió entonces un ejército y atacó a Meneláos en la Ciudad Santa, asesinando a muchos de sus hermanos. Antíoco interpretó esta escaramuza civil como una revuelta contra su trono y envió sus ejércitos a Jerusalén, saqueando el Templo y asesinando a decenas de miles de judíos. No fue la primera vez, ni la última, que la asimilación y la disputa trajeron calamidades sobre el pueblo judío.

Momento Crucial

En cada ciudad y aldea se erigieron altares con estatuas de los dioses y diosas de grecia. Los soldados reunían a los judíos y los forzaban a traer ofrendas y a someterse a otros actos inmorales usuales entre los griegos de entonces. A medida que las tropas de Antíoco hacían sentir más la presión de su puño sobre la nación, los judíos parecían incapaces de ofrecer resistencia.

Fue en la pequeña aldea de ModiÝn, unas millas al este de Jerusalén, donde un aislado acto de heroísmo hizo girar la rueda y alteró el destino para siempre.

Matitiahu, el patriarca del clan sacerdotal Jashmoneo, dio un paso al frente para desafiar a los soldados griegos y a aquellos dispuestos a sus demandas. Apoyado por sus cinco hijos atacó a las tropas, castigó a los idólatras y destruyó los ídolos. Al grito de «¡Mi laHashem eilái!» –¡Quienes están con Di-s, que me sigan!»– él y un valiente grupo de partisanos retrocedieron a los montes, donde reunieron fuerzas para derribar la opresión de Antíoco y sus colaboradores.

Guerra de Guerrillas

El ejército de Matitiahu, ahora bajo el mando de su hijo Iehudá Macabí, crecía a diario en número y fuerza.

Con el slogan bíblico Mi Kamoja Baelím, Hashem («¿Quién es como Tú, Di-s, entre los poderosos?») , iniciales de MaKaBI, grabados en sus escudos, solían abatirse sobre las tropas sirias cubiertos por la noche y diezmar a sus opresores para luego regresar a su campamento en las montañas. Siendo apenas 6000 hombres, derrotaron a un fuertemente armado batallón de 47000 sirios.

Enfurecido, Antíoco envió un ejército mayor aún, y en la milagrosa y decisiva batalla de Bet Tzur, las tropas judías resultaron victoriosas. De allí avanzaron a Jerusalén, liberaron la ciudad y recuperaron el Gran Templo. Limpiaron de ídolos el Santuario, reconstruyeron el altar y se prepararon para reanudar el Servicio Divino.

El Milagro

Una parte central del servicio diario del Templo era el encendido de las brillantes lámparas del Gran Candelabro, la Menorá. Ahora, con el Templo a punto de ser reinagurado, sólo se encontró una pequeña tinaja de aceite sagrado y puro, con el sello del Sumo Sacerdote intacto. Bastaba para un único día, y ellos sabían que el especial proceso necesario para preparar más aceite llevaría más de una semana.

Sin dejarse amedrentar, con alegría y gratitud, los Macabeos encendieron las lámparas de la Menorá con la pequeña cantidad de aceite y reinaguraron el Gran Templo. Milagrosamente, como si fuera una confirmación del poder de su fe, el aceite no se consumió y las llamas brillaron durante ocho días completos.

Al año siguiente nuestros Sabios proclamaron oficialmente la festividad de Jánuca como una celebración a extenderse durante ocho días, como evocación perpetua de esta victoria contra la persecución religiosa.

Tradición hebrea

Esta fiesta histórica cae generalmente en diciembre (su fecha hebrea es el 25 de Kislev)

En los paises occidentales se acostumbra a entregar a los niños dinero de Jánuca y regalos, por la influencia de los regalos que recibían los niños cristianos en este período del año, que comúnmente caía junto con las Navidades Cristianas.

Las mujeres acostumbran a no realizar ninguna tarea mientras las velas de Jánuca permanecen encendidas.

Durante los ocho días de Jánuca se recita en el «Shmoná Esré» (la Amidá) y en el «Bircat Hamazón» (Bendición para después de las comidas), el Al Hanisim (ver Sidur).

Los días de Jánuca son días alegres y festivos en los que está prohibido ayunar.

Es costumbre comer en Jánuca comidas fritas como «latkes» (croquetas de papa) y «sufganiot» (buñuelos), en recuerdo del milagro ocurrido con el aceite.. En algunas comunidades se acostumbra a realizar un banquete festivo.

Se reparten regalos a los niños con un «Sevivón» (perinola) que lleva una letra hebrea en cada una de sus cuatro faces: N – G – H -SH (NES – GADOL – HAIA – SHAM, que significa «un gran milagro sucedió allí» en referencia al milagro del aceite). Muchos artistas se inspiraron para crear obras de arte que tienen como protagonista esta festividad. Relatos, canciones, poesías, también acompañan desde hace más de dos mil años la tradición de la fiesta. En Israel y en el mundo judío distintos juegos deportivos llevan el nombre de Macabi (Juegos Macabeos) equivalentes a olimpiadas deportivas. Jánuca es una fiesta vigente que ha renovado su significado histórico en las luchas de Israel como fuente de inspiración y heroísmo, tal cual lo demostraron aquellos bravos macabeos.

«La quemadura de Antiojus» se preparaba un banquete especial para los niños de las comunidades sefardís.

En los hogares judíos se enciende el candelabro de 8 brazos especial para Jánuca, llamado también «Janukia». Los preceptos de Jánuca son: encender las velas, pronunciar Halel y «Al anisim».

GUIA PARA JANUKA:

1. Ubicación de las velas:

a. Se debe procurar colocar las velas dentro de los 10 centímetros cercanos a la puerta y del lado izquierdo, para así estar encerrado con la mitzvá de Mezuzá a la derecha y las velas a la izquierda. O en una ventana

b. Las velas deben colocarse a una altura superior a los 30 cm del piso.

c. Cualquier tipo de aceite es apto para encender las velas de Jánuca, pero lo más apropiado es hacerlo con aceite de oliva, puesto que con él sucedió el milagro. Hoy en día se pueden usar también velas.

d. Es necesario poner el aceite suficiente para que queden encendidas por lo menos media hora.

2. Encendido de las velas

a. El horario del encendido de las velas es a partir de la salida de las estrellas (aprox. 40 minutos después de la puesta del sol), y no antes, debiéndose tratar de prenderlas apenas llegada la hora. En la víspera de Shabat se encienden las velas de Jánuca antes que las velas de Shabat, debiéndose poner suficiente aceite para que queden encendidas hasta media hora después de la salida de las estrellas. La noche de Shabat hacemos Havdalá antes de encender las velas de Jánuca.

¿Quién debe encenderlas?

En cada casa debe de haber por lo menos una Menorá o Janukia. También el shamash (cuidador) acostumbra a encender una Janukia en la Sinagoga. Todos los miembros de la familia deben presenciar el encendido de la Menorá. Haga que sus niños enciendan sus propias velas de Jánuca y todas las niñas sus velas de Shabat. Las personas que no viven con sus familias deben encender la Menorá en sus propios cuartos o viviendas.

3. Orden del encendido de las velas

La primera noche se comienza a encender la vela que está más a la derecha de la Janukia, y en la segunda noche cuando se agrega otra vela al lado, se comienza de ella a encender y se continúa encendiendo de izquierda a derecha. Así también en las noches sucesivas, se comienza de la agregada y se sigue encendiendo de izquierda a derecha.

Las velas o mechas deben estar en linea recta, no en circulo y tampoco una más alta o más baja que el resto.

4. Berajot sobre las velas

a. En la primera noche de Jánuca se dicen tres berajot :

1. «Lehadlik»

Baruj ata A-donai, elo-henu melej haolam, asher kideshanu bemitzvotav, vetzivanu lehadlik ner Jánuca

Bendito eres Tú, oh Eterno, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos santificaste con Tus preceptos y nos ordenaste las luces de Jánuca.

2. «Sheasá nisim»

Baruj ata A-donai, elo-henu melej haolam, sheasá nisim laavotenu baiamim hahem bazeman hazé.

Bendito eres Tú, oh Eterno, Dios nuestro, Rey del Universo, que obraste milagros con nuestros padres en tiempos pasados, en esta época.

3. «Shehejeianu».

Baruj atá A-donai, elo-henu melej haolam, shehejeianu beki-iemanu, vehiguianu lazeman hazé.

Bendito eres Tú, oh Eterno, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos preservaste la vida, nos conservaste y nos permitiste llegar a este tiempo.

b. A partir de la segunda noche de Jánuca en adelante, se recitan solamente dos berajot:

1. «Lehadlik»;

2. «Sheasá nisim».

Todas las berajot se deben recitar antes de encender las velas.

5. Si se apagan las velas

a. Si se encendieron las velas y se apagaron accidentalmente antes de transcurrir la media hora en la cual deben quedar encendidas, si se habían colocado en un lugar donde había viento, deberá volverse a encenderlas, pero sin berajá. Pero si las velas estaban en lugar donde no había viento y ocurrió un percance y se apagaron, no hay obligación de volverlas a encender.

Lugar del encendido:

Hay quiénes colocan la janukia en el umbral de la entrada de la casa del lado izquierdo. Otros lo hacen en la ventana que está dirigida hacia la vía publica para que sea vista por la gente. Por que lo fundamental del precepto del encendido es: expansión del milagro, es por eso que se deben colocar las velas en un lugar de vista al público. Es conveniente encenderlas luego de la salida de las estrellas, cuando muchos aún están en las calles. Por este motivo, «Estas velas son sagradas todos los ocho días de Jánuca, no esta permitido hacer cualquier uso con ellas, sólo mirarlas con el fin de poder agradecer», y expandir el milagro. Es por eso que se agregan a las velas un «shamash» – una vela adicional – con la cual encendemos las demás velas.

¿Con qué se enciende?

Es preferible encender con aceite de oliva, en recuerdo del milagro pero también es posible hacerlo con velas de cera.

Las oraciones de la fiesta

Halel: en los ocho días de la fiesta se recita el Halel (una oración de agradecimiento que se recita en festividades y en días que fueron fijados como recuerdo a acontecimientos centrales en la vida de la nación).

«Al hanisim»: en las oraciones del día y en la bendición de la comida se agrega una porción que describe el milagro de la victoria.

Se va encendiendo una vela por noche hasta culminar con todo el candelabro encendido en la octava noche de Jánuca, según marca la tradición. En lugares públicos (plazas) se encienden grandes candelabros, en recuerdo de la heroica gesta de los macabeos. También se comen torrejas de papas fritas en aceite que simbolizan el milagro del aceite puro de oliva que se encontró en el templo para su reinaguración.

¿Porque ocho y no siete?

El milagro del aceite fue por 7 días.

Nosotros festejamos 8 días de Jánuca porque:

1 El primer día también se lo consideró milagro por haber ganado a los Griegos a pesar de ser menos y más débiles.

2 Fue un milagro haber encontrado aceite puro del Kohén Gadol.

3 El aceite que encontraron lo dividieron en 8 días. Como era poca cantidad alcanzaría sólo para una hora, pero milagrosamente en los 8 días las velas ardieron toda la noche.

4- Cuando pusieron el aceite en el candelabro, el recipiente quedó lleno como si no se hubiera usado. Esto ya se vio desde el primer día.

5- Las velas del candelabro, ardían toda la noche y a la mañana siguiente el aceite estaba completo para volver a prenderlas.

6 Los Griegos prohibieron la circuncisión. Cuando los derrotaron, fue tan grande la alegría de poder realizar esta mitzvá que decretaron a este día festivo, sumando en total 8 días.

7 La primera noche hicieron mechas finitas y pusieron poco aceite para que alcanzara para los 8 días. A pesar de esto la luz no disminuyó y brillo normalmente.

8 Los Griegos querían sacar de los corazones judíos su fe en D»s. Que es quien maneja a todo el mundo, imponiendo la ideología que todo era de la naturaleza.

Por ser que vieron el milagro que no era natural, todos vieron que la mano de D»s estaba presente a pesar que todos creían que era casual, D»s se hizo presente.

Dentro del milagro entendimos que a pesar de que el aceite arda es algo natural, también este es un milagro.

Maoz Tsur

Maoz Tsur Ieshuatí, Lejá naé leshabéaj.

Tikón bet tefilatí. Yesham todá nezabéaj.

Leet tajín matbéaj. Mitsar hamenabéaj.

Az egmor beshir mizmor. Janukat hamizbéaj.

Kerot komat berosh blikesh

Agaguí ben Hamedatá.

Venihié lo lemokesh.

Vegaavató nishbatá.

Rosh ieminí niseta.

Veoiev shemó majita.

Rov banav.

Vekinianav.

Al haets talita.

ATENCION: Cuando caiga en Shabbath, debe encenderse las velas de Jánuca antes que las velas del Shabat, y no se pueden encender después de comenzado.

Conceptos de la Festividad de Jánuca

ACEITE – Era utilizado para encender el candelabro sagrado en el Templo de Jerusalén y simboliza al pueblo judío. Así como el aceite flota sobre el agua y no se mezcla con él, también el pueblo judío se destaca entre los demás pueblos y conserva su unidad.

LUZ – El símbolo principal de Jánuca es la luz. He aquí algunas de sus particularidades:

La luz fue lo primero que Di-s creó, luego del cielo y la tierra. Un poco de luz aleja mucha oscuridad. La luz no se une con la oscuridad, cuando la luz irrumpe, la oscuridad desaparece.

OSCURIDAD – La oscuridad no tiene existencia propia, la oscuridad es la falta de luz. Así también es la naturaleza de las cosas negativas de la vida: depresión, tristeza, desgano y desesperación, sólo existen cuando no hay «luz» ni alegría. Cuando la «luz» aparece, éstas desaparecen por sí solas.

VELA – La vela es un cuerpo material; aceite, cera o parafina. Antes de encenderla, sólo es materia, pero en el instante en que acercamos a ella un fuego, ésta materia se convierte en «luz» cuando es encendido con el fuego espiritual del alma.

SHAMASH – El Shamash (vela piloto) no es parte de las velas de Jánuca; sólo se lo utiliza para encenderlas. Aún así, éste se ubica por encima de las demás velas. Esto simboliza: Aquél que se esfuerza en «alumbrar» a los demás espiritualmente, finalmente él también asciende en su espiritualidad.

OCHO – El candelabro de Jánuca tiene 8 luces, en cambio el candelabro del Templo tenía 7 luces. ¿Por qué entonces 8? El número 7 simboliza al mundo natural, el orden de la naturaleza (el mundo fue creado en 7 días; incluyendo Shabat). En contraposición, el número 8 simboliza lo sobrenatural (los milagros), o sea lo que existe por sobre la naturaleza. La festividad de Jánuca es la fiesta en la que los judíos se elevaron por sobre lo natural, y por ello son 8 luces y 8 días.

Perinola — Dreidl — Sevivón

El Dreidl es una perinola de cuatro lados, llamada también Sevivón en hebreo. En cada una de sus caras hay una letra hebrea: «Nun», «Guimel», «Hei» y «Shin».

Las letras son iniciales de una frase:

Nes Gadol Haiá Sham

«Un Gran Milagro Sucedió Allí (en Israel)».

[En algunas perinolas de Israel, la última «Shin» es reemplazada con una «Pei», inicial de «Po» (Aquí).

Su Origen

Los greco-sirios decretaron que la enseñanza o el aprendizaje de la Toráh era un crimen que se pagaba con la vida o la cárcel. Pero los niños desafiaban la prohibición, estudiando en secreto; cada vez que una patrulla siria se aproximaba, niños sacaban sus perinolas (que no tenían todavía las letras «Nun, Guimel, Hei, Shin») y simulaban estar en medio de un inofensivo juego (inofensivo para ellos, porque a los greco-sirios les costó su imperio).

Los juegos con el trompo (Sevivon): sobre el juego del trompo se comenta que en el período que los griegos prohibieron a los judíos estudiar Toráh, tuvieron que hacerlo a escondidas y cuando los griegos se acercaban escondían los libros de estudio y jugaban con el trompo. Sobre el trompo está escrito en los cuatro lados nes gadol aia po – un gran milagro acontecía acá (en la tierra de Israel) y en la Diáspora nes gadol aia sham (allí).

Hay quiénes cometan que el trompo simboliza especificamente la historia del pueblo de Israel. Así como el trompo la vueltas sobre una sola pata, se cae y nuevamente se levanta y da vueltas, así es el destino del pueblo de Israel durante su Diáspora: da vueltas de tierra en tierra, lo mortifican, lo amargan e intentan exterminarlo, y luego de cada derrumbamiento se levanta nuevamente.

¿Como harán para seguir las reglas del juego que les explicaremos a continuación?

El Juego

Cada jugador toma idéntica cantidad de pasas de uva, porotos, caramelos o nueces. En el centro de la mesa se coloca una pequeña bandeja, y cada jugador deposita en ella la misma cantidad que los demás, según decidan entre ellos.

Luego, cada uno, siguiendo el orden inverso a las agujas del reloj (en hebreo se escribe de derecha a izquierda…), hará girar el Dreidl a toda velocidad. Si el Deridl cae de la mesa o choca contra algo y por eso se detiene, el jugador perderá su turno.

La letra del Dreidl que quede hacia arriba indicará los pasos a seguir.

NUN – significa Nisht («Nada», en idish) o sea, no ganas (no te llevas nada de la bandeja) pero tampoco pierdes (no precisas agregar a lo que ya hay).

GUIMEL – significa Ganz («Todo», en idish). Te llevas todo para ti (¡Qué egoísta con suerte!). Todos los presentes, incluyendo al ganador, deberán volver a depositar en la bandeja la cantidad inicialmente designada.

HEI – significa Halb («Mitad», en idish), Te llevas la mitad del contenido de la bandeja. Si el número es impar, te llevas la mitad menos uno (siempre hay que ser generoso con los demás).

SHIN – significa Shtel («Pon», en idish). Deberás agregar una vez más a la bandeja la cantidad inicial (sin chistar…).

Si un jugado se queda sin elementos de juego, se retira. Sus compañeros, sin embargo, darán muestra de amor y le pedirán que se quede, «prestándole» de sus porotos, pasas de uva, caramelos o nueces. El que recibe el préstamo sólo devolverá la cantidad recibida, ni uno (ni medio) más, no bien pueda hacerlo. Si no tiene con qué devolver pues ha perdido nuevamente, quiénes le prestaron tienen la obligación de disculpar la «deuda» y no volver a exigirla nunca más (caso contrario, no podrán jugar al Dreidl hasta dentro de un par de años, cuando sean mejores compañeros).

Comida especial

Levivot de Januka (Tortitas de papa)

Ingredientes:

4 papas ralladas en crudo
2 huevos
pizca de sal
azúcar al gusto
canela en polvo al gusto
aceite el necesario

Manera de prepararse:

1.- La papa rallada se mezcla con los huevos y la sal
2.- En un sartén con mucho aceite caliente se fríen cucharadas de la mezcla,
a que se doren por los dos lados.
3.- Se sirven calientes, espolvoreados con azúcar y canela.

Zvingous de Januca (Bolas de miel)

Ingredientes:

2 cucharadas de mantequilla
½ cucharadita de sal
1 taza de agua
1 3/4 taza de harina cernida
4 huevos
aceite el necesario
Almíbar:
1 ½ taza de miel
½ taza de agua
2 cucharaditas de canela molida

Manera de prepararse:

1.- En una olla poner el agua, sal y mantequilla y dejar que hierva
2.- Agregar rápido la harina y mezclar por unos minutos a que la masa no se
pegue en la olla.
3.- Quitar la olla del fuego y agregar los huevos uno por uno hasta que se
mezcle bien.
4.- En un sartén con mucho aceite caliente se van friendo cucharaditas de la
de la masa hasta que se doren por los dos lados.
5.- Freír pocos zvingous a la vez y escurrir sobre servilletas.
6.- Para el almíbar se mezclan todos los ingredientes y se calientan a fuego
lento por unos minutos.
7.- Los zvingous se remojan en el almíbar y se sacan a un platón.

Enseñanza

La Fiesta de Jánuca fue inspiración para muchos luchadores contra la injusticia y opresión. Resultó ser fuente de aliento en tiempos modernos para el sionismo, ayudando a sus fundadores y pioneros a liberar la Tierra de Israel de diferentes conquistadores y profanadores para finalmente lograr establecer allí un Estado de Israel independiente hace tan solo algo más de medio siglo, en 1948. Jánuca es una fuente permanente de lucha contra los ídolos y la asimilación. Demuestra la vigencia de los valores y la cultura judía por la cual lucharon los macabeos de entonces y de todos los tiempos. El último día de Jánuca es denominado «Zot Jánuca», por el pasaje de la Toráh que se lee y que comienza con las palabras «Zot Jánuca Hamizbeaj». esta es la dedicación del altar.

En Jánuca se celebra «la entrega de los poderosos en manos de los débiles, los muchos en manos de los pocos… y los malvados en manos de los justos…» (Sidur). Antíoco de Epífanes gobernaba la Tierra de Israel durante el período posterior a la muerte de Alejandro Magno. El se propuso helenizar a los judíos prohibiendo la observancia de la Toráh, y forzándolos a cometer prácticas idólatras de la Grecia pagana.

Antíoco estaba apoyado por una fuerza de miles de soldados. Sin embargo, los judíos se resistieron con gran valor, agrupándose bajo el liderazgo de una familia llena de fe, los Jashmonaím lucharon contra la agresión enemiga.

¿Hace cuánto tiempo aproximadamente sucedió el milagro de Jánuca?

Hace aproximadamente 2130 años. El segundo Bet Hamikdash (Templo sagrado) fue destruido aproximadamente 235 años después de la época del primer Jánuca.

¿Cuál era el nombre del héroe de la historia de Jánuca? ¿El nombre de su padre? ¿El nombre su abuelo? ¿De qué familia eran? ¿de qué tribu?

Iehuda el Macabeo, hijo de Matitiahu hijo de Iojanan, de la familia Jashmonaí fue el heroico líder que reunió a los Judíos para luchar contra sus opresores. El y sus hermanos eran todos Kohanim de la tribu de Leví.

¿Dónde vivía esta familia heroica? ¿Cuál fue unos de los actos heroicos que hizo el padre de familia?

Los Jashmonaim vivían en Modiín. Un oficial sirio colocó un ídolo en la plaza del pueblo y ordenó a los ciudadanos que lo adoraran.

El anciano Matitiahu desafió esta orden. Destruyó el ídolo y mató al oficial que lo colocó en el pueblo.

Mes de Kislev

Kislev es el séptimo mes contando desde Nisan que es el primero de los meses. Su signo es un arco por ser que son muchos los días de este mes en donde llueve con sol y se ve el arco iris (Esto referido a Israel)

También el primer arco iris se vio en Kislev.

«Y Yo para que sea un pacto entre la tierra y Yo». «Esta es la señal.»

Mostró el arco iris y dijo: «Esta es la señal de la cual hablé» Esto fue dicho a Noé en el principio del mes de Kislev.

El 28 de Jeshvan Noé salió del arca y construye un altar. Tomo de todos los animales puros y de toda ave pura y la sacrificó.

Cuando comenzó Kislev bendijo D»s. a Noé. Le permitió la carne para comer y le prohibió derramar sangre de las personas. Formalizando » El pacto de la vida» y le mostró el arco iris.

Rosh Jodesh Kislev a veces son dos días y a veces es uno sólo

Cada mes que había alguna festividad, el Bet Din salía a avisar para hacerles saber cuando era principio de mes y así supieran calcular cuando sería la festividad.

Cuando era el mes de Kislev, anunciaban también y a pesar de que Jánuca no es una festividad de la Toráh, los sabios la fijaron y se la considera como todas las festividades.

Reflexiones

¡Jánuca ya se acerca! aceite, antorchas y petilot, pero …. ¿Qué se hace cuando en casa no hay aceite para encender las velas?

En el campo de concentración en Bergen Belzen, el admur de Miblotzov estaba preocupado y pensaba de donde obtendría mechas para encender las velas y también algún material combustible.

¡De pronto se le ocurrió una brillante idea!

A dos cuadras se encontraba una fábrica de zapatos. Sus dueños utilizaban una tintura especial para pintar el calzado. Tal material estaba elaborado justamente tenía base de aceite!! ¡Habrá aceite! Estaba seguro de que lo habría para Jánuca.

¿Y las petilot? ¡Las mujeres tendrían parte en tal misión! Las petilot serían fabricadas del algodón de los sweaters que ellas suelen tejer. Dicho y hecho. Estas mujeres tan justas obtuvieron el material combustible de la fábrica de zapatos y afinaron los hilos de algodón para dejar todo listo para Jánuca.

Y así fue que en la primera noche, se encendió una vela. La Tefilá se realizó en secreto, con voces estremecidas. Los judíos llenos de emoción recitaron las tres bendiciones correspondientes a la primera noche de Jánuca.

¡Amén! Contestaron todos los presentes mientras la alegría de cumplir la mitzvá llenaba sus corazones. En un extremo y como algo apartado, se encontraba un judío que no aparentaba ser religioso. Pertenecía al movimiento socialista ÒBundõ y fue designado uno de sus principales dirigentes. He aquí que ahora Di-s quiso que este hombre presenciara tal maravillosa escena: el encendido de las velas de Jánuca con sus correspondientes rezos y cánticos, junto al admur de Miblotzov.

¡Rabí!, se dirigió el hombre al sabio. ¡No comprendo!. Como Ud. puede rezar y afirmar de tal manera que Di-s es bendito, que nos revive cada día y nos da salud y bienestar. ¿Cómo puede Ud. bendecir por una barbarie tal? ¿Cómo agradecer que estoy vivo? ¿Para qué?. ¿Para luego morir de hambre o a causa de una peste?.

El admur no se apresuró ni vaciló, sino que contestó con ternura:

querido amigo, es muy buena tu pregunta y te voy a ser sincero. Yo también me asombré y me pregunté como hacer para sentir las oraciones en un momento tan trágico. Sucede que en el momento de bendecir a Di-s, medité: ¡Cómo es posible que a mi alrededor haya judíos que realmente se esmeran y preocupan por cumplir este precepto tan importante como el encendido de las velas de Jánuca al punto de por eso estén dispuestos a poner en peligro sus propias vidas!

A lo largo de tantos años ¿te has enfrentado alguna vez con una muestra de fe y esperanza semejante?

Estoy seguro de que por ese sentimiento estamos hoy en día vivos e integramos el Pueblo Judío, un pueblo que está dispuesto a todo con tal de mantener su identidad a través del cumplimiento de los preceptos establecidos en la sagrada Toráh.

Es nuestra obligación agradecer a Di-s que tuvimos el mérito de ser testigo de situaciones como éstas que nos hacen meditar sobre el verdadero sentido del Pueblo Judío.

¡No! No estamos desalentados, sino orgullosos de encontrarnos con miles de iehudim que no decaen ni se desalentarán ni perderán su fe en Di-s. Los hombres que hoy aquí viven son la prueba de que llegará el día en el cual se construirá el Bet Hamikdash! Por eso …digamos juntos: ¡Bendito seas Di-s que nos diste vida y hoy nos encontramos aquí!.

La guerra finalizó. El admur de Miblotzov emigró a los EE.UU. y el hombre se quedó en Polonia. Los años pasaron y en cierta oportunidad ese hombre se encontró con uno de los seguidores del admur y así le dijo: Dígale al Rabí que

él salvó mi vida. él ya entenderá por qué.

——————————————————————————–

Un milagro que debe renovarse

Por el Rabino Dr Mordejai Maarabi

Al hablar de nuestras festividades, un espíritu de solemnidad nos invade, generalmente. Es mas: la preparación, ya sea de nuestro hogar y de nuestras personas para vivenciarlas, nos hace respirar un aire diferente. Algo así como que todo lo demás pasa a un segundo plano de importancia, y esperamos ese o esos días para alcanzar lo que, a veces, nos parece muy lejano: el sentido por nuestras personas, nuestras familias, nuestras cosas mas queridas… Porque las festividades promueven un reencuentro, un re-dimensionamiento de nuestras vidas, en todos sus sentidos. Y estoy resaltando el valor social de las mismas, mas allá de todo el entorno «religioso-tradicional» que las envuelve.

Somos un pueblo que recorre la historia. Somos testigos de una humanidad. Somos el reflejo del quehacer diario de todos los seres humanos. Celebramos y sufrimos, ni mas ni menos que los otros. Pero tenemos un imperativo: «No olvidar», o si lo queremos: «Recordar». Ser memoria permanente de hechos, situaciones, angustias y éxitos que nos han formado como pueblo, como testigos de sucesos que no pueden pasar por alto nuestras vidas, nuestros meses, nuestros días…

Hoy el imperativo tiene nombre propio otra vez: Jánuca. «Fiesta de la Inauguración», «Fiesta de las Luminarias», «Fiesta de la libertad», «Fiesta»… Una connotación bélica: la victoria frente a los griegos; otra connotación humana: inaugurar los servicios religiosos del Templo de Jerusalén. Y una connotación que emerge de ambas: el milagro del aceite…

¿Como alcanzar la síntesis? ¿Cómo explicarnos hoy, a casi 2.200 años, los eventos que suenan tan lejanos? ¿Acaso somos nostálgicos? ¿O acaso románticos?

No. No son sucesos lejanos. Una guerra, una confrontación, una pelea, es tema de actualidad. Lo sofisticado son los medios. Los fines casi son idénticos. Y en la guerra encontramos al dominante, cruel, sanguinario, exterminador, y al dominado, en franca minoría por subsistir… Tal cual la epopeya de los Macabeos, que recuerda su guerra contra el invasor-exterminador-depredador imperio griego. Pero la guerra no debe ser el fin mismo. Poco hubiéramos soportado el enfrentamiento bélico («¿Alanetzaj Tojal Jerev?» ‘ ¿Acaso siempre vivirás por la espada?’) La espada debe ser limitada en su accionar…

Como tampoco es lejano, el reabrir las puertas de una Sinagoga, definida por el profeta Iejezkel como «Mikdash Meat», esto es «un Santuario Menor», en clara alusión a la majestuosidad del Santuario de Jerusalén, destruido una y otra vez por babilonios y romanos. Aguardamos la restauración del mismo, como símbolo de unificación del pueblo judío, pero a través de los siglos a Jánuca, es decir a la renovación de nuestra fe, en la apertura de una sinagoga «Mikdash Meat»…

Pero el milagro… Ese milagro, es, en hebreo, que significa «bandera», «estandarte», a través del aceite, «shemen», en hebreo, no es lo habitual. No todos los días asistimos a un milagro, y mucho menos a uno que este ligado al aceite = luz. El milagro de la luz es único, y cuan difícil es mantenerlo! Así como en los días de Jánuca no había aceite (puro) suficiente sino para un solo día, quiso la Providencia que esa luz se extendiera por siete días mas, es decir un total de ocho días… Y acaso, ¿es tan relevante dicho episodio, nos preguntamos?

En estos días, en este siglo donde científicamente hemos logrado medir la velocidad de la luz, casi nos parece ridículo… Pero esa luz de Jánuca, nada tiene que ver con la electricidad. Es y fue la luz espiritual la que quedo encendida, para que nosotros, las generaciones venideras sepamos valorar su efecto, su irradiación atemporal, su luminosidad eterna. Pues la luz de ese aceite es y fue la luz, or, ese «or» que proviene de los seis días de la Creación… Un or haganuz, una luz especialmente reservada…

Jánuca se transforma así en un pequeño milagro que va creciendo mientras la luz supere a la oscuridad, a la confusión, al autoritarismo, a la mutilación…

«Hanerot halalu anu madlikim al HaNisim…», «estas luces nosotros encendemos por los milagros…», esta es la ecuación: por cada luz, un milagro; por cada milagro, una nueva cuota de luminosidad… Si supiéramos comprender el mensaje podríamos transformar cada día, cada siglo y cada era a la mínima y primera expresión de la obra de la Creación: «Y dijo Elohim: ¡que sea la luz! ¡Y fue la luz!»

Jánuca nos invita en sus ocho días festivos a que encendamos, día a día, noche a noche, una pequeña vela, pero en forma gradual. Agregando cada día, así como lo disponía la escuela de Hilel. No debemos encenderlas todas juntas. Como queriéndonos insinuar la tradición: iluminar, si; encandilar, no. Iluminar para ver, para redescubrir el milagro de la vida, para expresar las gracias (toda-korban) por el mérito de ser artífices de un destino; iluminar para sacudir del letargo a aquellos que siempre apostaron al oscurantismo medieval y a la profunda noche de los pueblos, de las personas…

Porque si Jánuca pierde su capacidad de milagro, habrá perdido su sentido. Porque sus ocho días bien podrían ser en la metáfora: ocho décadas en la vida de una persona, contando cada etapa con su propia luz, y con su propio milagro de existencia.

De ahí el mandato de nuestros maestros: «Mitzvat Jánuca ner ish ubeito», dice una opinión que uno debe encender por el y su familia; mas otra opinión sugiere: «Ner lecol ejad veejad», es decir, que «cada uno encienda su propia luz = vela». Hay elección, hay posibilidades, pero algo no podemos dejar de hacer: encender, iluminar, recrear el milagro de estar vivos y agradecerlo sumando luz, amor e intensidad…

¡Jag Sameaj!

Colaboración de Ruth Hernandez y Javier García.